martes, 26 de septiembre de 2017

Día de furia...

Un día caes. Y te das cuenta de la mierda que te rodea.
Siempre encontraste los motivos para no aflojar. Siempre lloraste un ratito en silencio y a escondidas, pero rápido volviste al ruedo.
Pero un día ya no podes seguir con la pantomima. Una tarde después de tu operación caes en cuenta que está en el inicio de la tormenta y todavía te va a sacudir mucho más.
Tomé conciencia de que otra enfermedad crónica me ataca el cuerpo. Me di cuenta que dependo de un laboratorio casi milagroso. Que no voy a poder lograr nada sin los médicos. Que un abogado va a tener que pelear por mí. Y que alrededor de todo va a correr mucha plata.
Hoy siento por primera vez en dos años, que el trabajo ya no me refugia. Que básicamente ahora no tengo lugar donde esconderme y que el dolor y la conciencia plena me alcanzaron.
Si, por primera vez en dos años, no tengo ganas de salir de este estado de lamentación.
Es que con 31 años no puedo ser madre. Es lamentable. No hay porque disfrazarlo ni esconderlo. Es una mierda.
Y me gane el derecho de decir: Hasta acá llegué. Tengo el derecho de tomarme una tarde de furia y romper todo. El problema es que como nunca lo hiciste, ahora es una ridiculez. Nadie acepta que te des por vencida. Nadie espera que lo hagas, nadie lo entiende. Y peor aún, las consecuencias pueden ser peores.
Tenés que continuar como si nada pasara. Seguir trabajando, y hacerlo de la mejor manera posible. Seguir cocinando, limpiando, siendo amiga, esposa, contener al resto, solucionar problemas, aunque vos estés quebrada por dentro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

El alta

Y en un momento te dicen "se van de alta"; La alegría de llegar a tu casa con tu beba en brazos, pero la contradicción de haber...